Autor: Antonio Adsuar

  • La moda y la cultura del ahora

    La moda y la cultura del ahora

    Tiempo de lectura: 3 min.

    Pensar la moda es pensar el tiempo, pensar el cambio, pensar la permanencia.

    Nuestra sociedad actual se basa en el consumo constante.

    Para que los ciudadanos compren de manera recurrente, las marcas necesitan generar una serie de hábitos psicológicos, unas formas de ser y estar en el mundo.

    En su libro “La conquista de lo cool”, T.Frank nos explicaba como nuestro sistema económico se basaba en una paradoja que tensiona nuestras vidas constante y estructuralmente.

    Detallémosla.

    Como empresa, como trabajador, planifico a largo plazo, calculo todo a cada paso, reprimo mis pulsiones y deseos más inmediatos.

    Como consumidor, sin embargo, me dejo llevar por los sentimientos y emociones y eso me permite gastar mi dinero, muchas veces por simple placer.

    ¿Qué caracteriza a la moda en todo este cosmos-consumo?

    Nuestra industria ha sido y es un referente articulando toda su oferta a partir de una idea clave: el cambio constante.

    Nueva colección, «pop-up stores», colaboración-cápsula especial de verano, últimos días.

    La moda, y su mutación permanente, nos impelen, nos interpelan y siempre nos dicen lo mismo: el momento es ahora, compra, disfruta, esta es tu oportunidad, “now or never”.

    Otras industrias y sectores han adoptado estos ritmos, en muchas ocasiones de manera forzada y algo artificial.

    No obstante, es la moda la que mejor ha comprendido este “tempo”, este juego de producción de “momentums” constantes.

    La moda basa su esencia en el cambio permanente y en la producción constante de «momentos del ahora»

    Por supuesto, todo este despliegue, toda esta propuesta de un “lifestyle” basado el cambio-cambio-cambio y en el ahora perpetuo genera incoherencias, que el consumidor también percibe.

    No es posible que el instante perfecto para comprar y desatar el deseo sea siempre ahora.

    Porque al ahora le sigue otro ahora igual de urgente, y luego otro y otro.

    El cambio constante produce en ocasiones hartazgo, saturación y estruendo.

    ¿Qué hacer entonces?

    Solo las marca de moda más inteligentes sabrán desplegar una puesta en escena que proponga prendas y colecciones a partir de ritmos basados en el binomio “ahora-cambio” que no quede forzada y no sature, que vaya más allá del ruido y tenga éxito.

    Jugar a la moda es jugar al tiempo.

    Difícil pero no imposible, ¿aceptamos el reto?

    En un mundo colmado de oferta, solo unos pocos podrán ofrecer ritmos de cambio-ahora verdaderamente relevantes

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    Dr. en Filosofía y fundador de PensarlaModa.com

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  • Por una moda real: aspirar, ser, parecer

    Por una moda real: aspirar, ser, parecer

    Tiempo de lectura: 4 min.

    Hablemos de moda sin hablar de moda, al menos por unas líneas.

    ¿Qué rol tiene la moda en el juego social de aspiraciones y apariencias?

    Veamos.

    Aspirar es desear, querer conseguir. Aspirar es un no ser que quiere llegar a ser.

    Aspirar es anhelar, soñar, proyectarse a uno mismo en un futuro mejor.

    Ser es haber alcanzado la meta, es haber adquirido un estatus.

    Ser es tener lo que se quiere, ser por fin quien se quiere ser.

    ¿Y parecer? Parecer es tener una apariencia, es ser en superficie, posiblemente sin llegar a ser.

    Una persona puede parecer lo que no es y ser lo que no parece ser.

    En muchas ocasiones tratando de ser, aspirando a ser, acabamos únicamente pareciendo.

    ¿Lo hacemos conscientemente o simplemente no llegamos a ser aunque aspiremos a ello?

    Hablemos, ahora sí, plenamente de moda.

    La indumentaria nos transforma social y personalmente.

    Nos vestimos para aspirar, para alcanzar el ser que deseamos ser.

    ¿Cómo se relaciona la moda con el aspirar, el ser y el parecer de cada uno de nosotros?

    Algunos dirán que, al acudir a la moda, únicamente podemos parecer, que ésta nunca llega a transformarnos radicalmente.

    No obstante, realmente todo es más complicado, más sutil.

    Si me visto de una determinada manera me proyecto a los demás y doy una imagen que, pareciendo, me puede permitir ser lo que yo quiero, para mí y para los demás.

    Se ha acusado demasiado a la moda de ser una industria consagrada a las apariencias, superficial y frívola.

    A mi modo de ver, hemos de repensar la moda, yendo más allá de este lugar común.

    Ciertamente, muchos usarán la ropa para parecer lo que no son.

    Sin embargo, este comportamiento no debe llevarnos a negar el poder real y transformador de la moda para, aspirando a un futuro mejor, llevarnos del querer al ser a través de las prendas.

    La moda tiene un ser que va más allá del parecer al que muchos quieren reducirla.

    De nosotros depende ponerla en juego correctamente para ayudarnos a aspirar a ser mejores y llegar a serlo finalmente.

    La moda tiene un ser transformador que va más allá del parecer superficial

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    Dr. en Filosofía y fundador de PensarlaModa.com

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  • La marca, comunidad imaginada

    La marca, comunidad imaginada

    Tiempo de lectura: 3 min.

    El historiador Benedict Anderson definió en un célebre libro a las naciones como “comunidades imaginadas”.

    Según sus tesis, los grupos humanos que pertenecen al mismo país tienen en común una serie de características (lengua, cultura, origen) que los unen a través de un relato compartido.

    Los miembros de una determinada sociedad son solidarios entre sí, se reconocen en los mismos valores y representan a su país.

    A mi modo de ver, las marcas de moda también forman comunidades imaginadas.

    Las prendas que crea cada firma le sirven para construir un universo compartido de significados.

    Usando diversos elementos como el logo, la decoración de las tiendas y los mensajes en publicidad y redes sociales, va creando cada casa un relato que cohesiona a las personas que defienden su enseña.

    La gente “se siente de Nike”, piensa que el estilo de Prada le representa, se vincula con ciertos valores estilísticos cuando luce una joya de Tous.

    Los consumidores confían en una marca como confían en un amigo. Comparten el cosmos simbólico de la empresa, se sienten parte de ella.

    En definitiva, al lucir una prenda forman parte del sueño de bienestar y excelencia que la marca les ha prometido.

    Las marcas crean comunidades-moda, vinculadas por un estilo y un relato compartido

    Llevo Valentino para pertenecer a la comunidad Valentino, para ser de Valentino, para, a través de Valentino, hacer de mí mismo algo diferente al vincularme con el universo Valentino.

    Las casas de moda, en suma, pueden considerarse “hermandades de lifestyle«, ya que construyen cada día, sin duda, grupos humanos unidos por signos, símbolos, estéticas y relatos.

    Nos vinculamos a una marca a través de sus prendas para pertenecer y formar parte de su universo

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    Dr. en Filosofía y fundador de PensarlaModa.com

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  • Eterna generación Nude Project

    Eterna generación Nude Project

    Tiempo de lectura: 3 min.

    La moda es cíclica. Es bien sabido.

    La moda es cambio, tensión entre lo nuevo y lo viejo. Los jóvenes viven deprisa, deseosos de abrazar lo inédito, lo diferente.

    No debemos dejar de remarcar otra idea esencial: la juventud, por esencia, quiere diferenciarse de sus padres.

    Pensemos en la adolescencia: tras una edad infantil en que la el niño ve moldeada su personalidad por sus progenitores, el nuevo-yo-quinceañero comienza a decir “no”.

    Y a base de negar las consignas heredadas, se va creando a sí mismo.

    La indumentaria juega un papel vital en la construcción de esta neo-personalidad.

    Si yo no quiero ser como tú lógicamente no quiero parecerme a ti y, por lo tanto, buscaré una forma de vestir diferente.

    La industria de la moda siempre ha acompañado a los jóvenes en este anhelo, ha sabido servir a su voluntad de divergir, ha ofrecido a las nuevas generaciones atuendos que les permitan construirse contra sus padres.

    Soy joven y, cuando escucho al profesor Freud decir “hay que matar al padre”, siento que tiene razón.

    Muchas marcas actuales ofrecen a la chavalada una propuesta renovada. Nos puede gustar o no el “oversize” y demás giros estilísticos actuales, pero es evidente que existen y triunfan.

    La juventud representa un futuro que se construye negando el pasado a través de su moda

    Marcas emergentes como Nude Project, Scuffers, EmeStudios, Blue Banana y muchas otras representan actualmente esta sempiterna pulsión alegre y los nacidos en el siglo XXI las hacen suyas, cual banderas generacionales.

    En realidad, no hacen sino repetir una pauta sociológica cíclica, una tendencia estructural que los grupos humanos llevan poniendo en juego hace milenios.

    No lo saben y les da igual, ellos son únicos y visten diferente.

    Como lo serán sus hijos.

    La moda, mudanza eterna, los acompañará también.

    Los jóvenes y su moda se alían eternamente para crear un nuevo espíritu del tiempo

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    Dr. en Filosofía y fundador de PensarlaModa.com

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  • Bourdieu y los happy few

    Bourdieu y los happy few

    Tiempo de lectura: 3 min.

    “Des goûts et des couleurs, on ne discute pas”, afirman los franceses. Esta frase da a entender que las preferencias estéticas y las referidas a los placeres son irracionales, personales, únicas e inexplicables.

    El sociólogo galo P. Bourdieu no está en absoluto de acuerdo y desplegó un libro importante y denso llamado “La distinción” (1979) para fundamentar su postura.

    Este pensador quería defender un tesis clara: la clase social a la que pertenecemos determina nuestras elecciones, somos mucho menos libres de lo que creemos.

    En realidad, como sabemos, las élites organizan sus deleites y preferencias para destacarse, para mostrar a todos que son mejores que los demás.

    ¿En qué prácticas se concreta esta mentalidad?: por ejemplo, en la elección de la indumentaria, en los deportes que practican, en la cuidada selección de comida y bebida a la que se dedican los supuestamente superiores.

    Además, solo los más ricos pueden pagar el dinero necesario para destacar por encima de los demás.

    Por lo tanto, las clases altas están mandando un mensaje al resto: “yo puedo permitirme esto y tú no. Por lo tanto, soy mejor que tú”.

    Sin embargo, no todo es tan sencillo y evidente.

    No somos libres de elegir realmente nuestros gustos

    Los más acaudalados han generado toda una serie de narrativas a través de la historia para hacer pasar sus gustos más refinados por naturales.

    Quieren hacer creer a aquellos que los observan que son, de alguna manera, “los elegidos”, que de forma innata ellos saben aquello que es excelente, egregio, sobresaliente, excelentemente mágico.

    ¿Cómo se concretan estas estrategias en el cosmos-moda?

    Lógicamente los ultra-ricos adquieren ropa cara, la muestran a través de la exhibición de la marca o, más recientemente, comunican su estatus mediante el “quiet luxury”, ostentando prendas y accesorios costosos pero no tan llamativos, que, no obstante, sí pueden ser reconocidos por sus pares, por los happy few.

    Comprender este mecanismo sociológico, que ha funcionado desde hace milenios, nos permitirá descifrar mejor el momento-moda actual, entender las tendencias más adecuadamente.

    El supuesto gusto superior/natural de las élites no existe

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  • La contradicción Saint Laurent

    La contradicción Saint Laurent

    Tiempo de lectura: 3 min.

    “El ser es inmutable«, dijo el filósofo clásico griego Parménides.

    “Todo fluye”, le respondió su contraparte, Heráclito de Éfeso.

    Muy a menudo, en el cosmos-moda, observamos en la semi-distancia la lucha de un nuevo director creativo por ser Parménides y Heráclito, todo en uno, cual Jano.

    ¿Cómo ajustarse a los tiempos, cómo seguir las modas de la moda, cómo actualizarse para seguir creando respetando sin embargo la tradición de la gran “maison” que te han encomendado?

    El ser permanece, es guardián del legado, contiene la esencia de la marca, del estilo, de una cierta mirada única que un día nació.

    Lo fluido es divertido, adaptable, contemporáneo, cambiante, ajustable, dinámico.

    Atemporal pero actual: ¿imposible pero cierto?

    Todas las propuestas-moda parecen afirmar lo mismo, caen una y otra vez en la misma contradicción: nuestras prendas son atemporales, pero actuales, “up-to-date”.

    ¿Cómo es posible?

    La atemporal no puede representar, por definición, la última tendencia.

    Lo que se lleva hoy no puede estar fuera del tiempo, ser intemporal e inmarcesible.

    El cambio es permanente.

    ¿Se puede acertar a conciliar estas tensiones conceptuales y filosóficas poniendo en juego un equilibrio sutil y quasi imposible entre modernidad y herencia?

    Contradicción Saint Laurent: debo ser fiel al legado y cambiarlo todo

    Cada día, miles de personas del sector de la moda intentan navegar este problema seminal, radical, irresoluble en esencia.

    Aquellos que, en virtud de su talento, consigan adaptarse a la moda del hoy manteniendo ese “je ne se quoi” tan especial que un día un creador genial alumbró, serán los que tengan éxito.

    Yves Saint Laurent dijo preferir con mucho el estilo (permanente) a la moda (pasajera), ¿Cómo, no obstante, quedarse solo con uno de los dos?

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  • El desfile como ritual

    El desfile como ritual

    Tiempo de lectura: 2 min.

    La moda es mar. Así titulamos en PensarlaModa.com nuestro manifiesto.

    Porque la moda, si observamos bien, si dirigimos la mirada más allá de las superficiales olas, es un océano profundo, lleno de significados.

    La moda es muchas “emes”, la moda es magia. Y todo cosmos mágico necesita de rituales esenciales.

    Uno de los momentos clave en los que la esencial intangible del espíritu de la moda se manifiesta y aparece entre nosotros en toda su carismática presencia es sobradamente conocido: todo cambia durante el desfile.

    El filósofo coreano-alemán B.C. Han nos lo advirtió: en una sociedad hiper-racionalizada los instantes de culto, en los que lo inusual e inefable se manifiesta, son cada vez más escasos.

    El carisma de la moda se manifiesta en el momento mágico del desfile

    Los nervios, las semanas de preparativos. Todo está programado al milímetro. No obstante, al mismo tiempo todos saben que lo que va a suceder es caótico, incontrolable, y por ello, valioso y único.

    Se van deshilando las propuestas del diseñador y el hechizo toma forma.

    Solemnes, los modelos avanzan. La música, la expectación, la emoción se acompasan.

    Los desfiles son tiempos-rito, instantes seductores e irrepetibles, que nos recuerdan que la moda es deseo, irracionalidad nietzscheana etérea e inmortal.

    Es, ahora y siempre, en el desfile, donde la moda se sabe mágica y nos transporta, a golpe de pasarela, a un más allá mejor.

    En el rito del desfile la moda lanza su hechizo de deseo

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  • ¿Vistes o te visten?

    ¿Vistes o te visten?

    Tiempo de lectura: 3 min.

    Yo sin duda me visto, a mí no me visten. Yo tengo mi propio estilo, a mí nadie me impone nada. No es lo que tengo, es lo que soy”.

    Todos (o casi todos) responderíamos de esta forma, con mayor o menor rotundidad, a la pregunta: ¿Vistes o te visten?

    En una era marcada por el híper-individualismo, sería difícil de aceptar para nuestro egos proyectados la idea de que “nos visten”, de que deciden por nosotros…pero, ¿está todo tan realmente claro?.

    Aquellos que lanzaran un rotundo “sí” afirmarían que ellos lo que buscan es sentirse bien consigo mismos, estar cómodos, identificarse con su estética.

    No obstante, como ya Aristóteles nos indicó, el hombre es sobre todo un ser social.

    ¿Vistes o te visten?: That is the question

    A mi modo de ver, nos vestimos también para que los otros nos respeten, para proyectar una imagen determinada, para encajar en una tribu (urbana o no urbana), para que aquellos que se relacionan con nosotros cotidianamente y aquellos que solo nos observan pasajeramente de soslayo en el metro nos perciban y conciban de una manera.

    Como dijo el psicólogo J.Flügel, cuando me visto pienso en cómo me verán los otros y esa auto-imagen reflejada en los demás cambia a su vez cómo me veo a mi mismo, cómo me siento cuando me pienso.

    Si reflexionamos un poco podremos entender con más claridad las complejidades de estas “identidades a través del espejo social” que vamos construyendo, seamos conscientes de ello o no.

    ¿Es posible no comunicar con tu atuendo cuando te lanzas al teatro del mundo?

    La respuesta evidente es no, por mucho que el sujeto narcisista se vista desde una auto-afirmación del yo cuya vertiente social no ha comprendido.

    Hemos de añadir una constatación adicional, evidente para cualquiera que entienda el sistema-moda actual: casi casi nadie elabora sus propias prendas y complementos.

    Por lo tanto, por mucho “yo” que presumas expandir con tu “outfit”, estás vistiendo algo diseñado, producido y vendido por otros.

    Recordemos, ya para terminar, de nuevo con Flügel, que nuestra ropa no es más una proyección materializada de nuestros super-egos.

    Es cierto, eres tú quien se viste cada mañana. Pero párate, mírate al espejo y pregúntate: ¿Quién me ha vestido hoy en realidad?, ¿para qué y para quién me he ataviado verdaderamente?.

    Somos lo que hacemos con las prendas que otros hacen para nosotros

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  • La moda y la sociedad abierta

    La moda y la sociedad abierta

    Tiempo de lectura: 3 min.

    ¿La moda?, no me interesa. Hay cosas más importantes en las que pensar; además, ese mundillo está lleno de frívolos, de egocéntricos. Todo son apariencias en la moda, es un universo muy superficial”.

    Es muy probable que te suenen estas palabras, las has escuchado muchas veces.

    Frente a esta visión simplista y despreciativa, el sector de la moda debe revindicar su importancia económica, pero también cultural.

    El cosmos-moda, como afirma el sociólogo francés Lipovetsky, aporta a nuestras sociedades valores tremendamente positivos y relevantes.

    La moda nos prepara para el cambio, nos abre a lo nuevo, nos ayuda a expresarnos.

    El sector de la moda debe reivindicar su importancia cultural

    Reflejamos con nuestra forma de vestir una pluralidad social que es nuestra esencia.

    La civilización occidental, como nos enseñó el filósofo austríaco Karl Popper, es diferente porque es abierta. Hemos construido, tras luchas de siglos, un entorno humando basado en la libertad, la posibilidad de crítica al poder, la democracia y la tolerancia.

    Moda y sociedad abierta, pongamos en valor este tándem virtuoso.

    Cuando se dan formas de organización colectiva cerradas, las élites y el Estado nos dicen cómo tenemos que pensar, no obligan a vestir de una determinada manera, no coartan y restringen.

    La civilización occidental nos permite ser nosotros mismo en comunidad, unirnos en la diversidad.

    La moda juega un papel importante, permitiendo y potenciando esta visión del mundo: nos permite auto-definirnos, expresarnos con mil colores y formas y reconocer en nuestras calles estilos, razas y culturas diferentes.

    En definitiva, reafirmemos con claridad el valor cultural de la moda. Solo así la sociedad comprenderá que no solo vendemos prendas, sino que también posibilitamos cada día la construcción de una sociedad más plural, libre y mejor.

    La moda permite construir una sociedad más abierta

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